LAS RAZONES POR LAS QUE MILEI ES UNA OPCIÓN POLÍTICA EN ARGENTINA - ENTRE LA PERPLEJIDAD, LA NEGACIÓN Y LA BRONCA -
Ezequiel Rojas
Hay una falsa descripción acerca de la figura de Milei. Los sectores mas progresistas del país no se cansan de asociarlo con el fascismo, o lo confunden con la ultima dictadura caracterizandolo con las ideas del ministro de economía de esos tiempo Martinez de Hoz. Javier Milei no representa nada de todo eso, es un anarco capitalista enamorado de su marco teórico y con pretensiones ilusorias de recrear una Argentina de siglo XIX.
El anarco capitalismo es un tipo de filosofía extrema dentro del liberalismo que planea el ideal de alcanzar una sociedad capitalista sin Estado. Muchas veces lo hemos escuchado plantear la eliminación del Banco Central y su famoso vídeo arrancando papelitos con los nombres de los ministerios que planea eliminar.
Pero como no es el objetivo de este escrito explicar las razones de la procedencia ideológica de Javier Milei, que no carece de importancia pero que no aporta para decir con todas las razones que el candidato de Libertad avanza puso en jaque a la clase política tradicional Argentina.
Ese "voto bronca" encontró en Milei la expresión popular ante la carencia de propuestas, ideas y de ética por parte de la política; hemos llegado hasta aquí por la corrupción, por los altos salarios de los funcionarios, por la política clientelar, por los acuerdos mutuos, por el mal manejo de los fondos públicos, por la cantidad de ministerios, por una mala política en materia de seguridad y por miles de razones que Javier Milei hace dulce de leche cada vez que puede.
Dentro de la comparsa política, Milei ha sabido combinar presencia en los medios de comunicación, redes sociales y política. Es el único personaje que puede asistir a un programa de televisión, hablar de marcos teóricos, nombrar autores y explicar asuntos económicos sin que los televidentes se aburran y cambien de canal; ademas de su verborragia y gestualidad, algo que lo acerca al común de las personas. No parece "coacheado", algo que los demás candidatos si reflejan. Si los padres de la Escuela Austriaca pensaron alguna vez que sus ideas podían trasladarse a tierras australes, es muy probable que no se imaginaron que podía existir un defensor mas fundamentalista que Javier Milei, que puso en boca de todos esta corriente económica.
La pregunta del millón es si la cosmovisión austriaca echara raíces en Argentina o, si bien, sus ideas son chino básico para la gran mayoría de los seguidores y adherentes y lo que solo existe es una anuencia hacia la gestualidad y verborragia, expresada en la denuncia a una clase política disfuncional que no ha echo mas que profundizar el desencanto.
La prueba empírica del voto a Milei tiene connotaciones sociológicas variadas. Antes de las elecciones PASO en un acto de Cristina Fernandez en plaza de Mayo, en las pantallas de Crónica tv el movilero se puso a entrevistar a los concurrentes, en el cual se acerco a un hombre no mayor de 30 años y de apariencia humilde, quien dijo que votaría por Cristina en caso de que ella sea candidata a presidenta, pero en caso de que no vaya votaría por Javier Milei, textual "soy de un movimiento barrial y vengo con la murga a apoyar a Cristina, pero si ella no es candidata voto a Milei; estamos apoyando a un movimiento pero creo que lo mejor es Milei".
Lejos de lo paradójico que resulta este ejemplo, muchos seguidores de Milei parecen haber esperado esta suerte de mesias que expresa furiosamente en las pantallas una nueva ilusión, no importa a que costo y con que probables efectos, si es que pone en practica sus abstracciones.
Al margen del voto bronco o desesperanza que provoca la "casta política" en el común de la sociedad, es necesario reflexionar sobre el concepto "nueva ilusión".
Muchos de los potenciales votantes de Milei son centennials ( es decir nacieron en el siglo 21) y que solo conocieron una Argentina gobernada por el kirchnerismo y cambiemos; estos centennials crecieron en una Argentina donde se manipularon las causas sociales y nacionales, entre discursos de odio, un progresismo cada vez mas alejado de la realidad y la larga agonía de la economía, la inseguridad, el narcotráfico y un horizonte poco prometedor. Para esos jóvenes, Milei, mas que la canalización de la bronca, es una invitación enfática a conocer lo nuevo, lo incierto: una nueva ilusión.
Otro segmento son los eternos defraudados, aquí podrían entrar los famosos Millenials, nacidos a mitad de los años 70 hasta el 2000. Ya conocen de crisis, han vivido la adolescencia con Alfonsín o Menem, el estallido del 2001 y los gobiernos kirchneristas y macristas. En ellos se expresa la bronca y la desilusión bajo la sentencia "los políticos son todos iguales".
"Me gusto lo que dijo Milei"- Jose, 40 años. Se siente encantado y deslumbrado con el hombre que desprecia a los políticos y sin disimulo promete volver a la década del 90. Lo que entusiasma entre este segmento es la propuesta de "dolarización", con la mágica certeza de que todos los problemas de los argentinos se resolverán con el cambio de moneda.
Hay varias cuestiones de fondo para analizar en el fenómeno Milei, la perplejidad esta asignada a una clase política que no puede salir de este estado desde la pandemia. No tiene forma de rebatir las exposiciones de Milei, que los expone y los acusa de ser parte de una "casta" que ha llevado a la inviabilidad al país - tan equivocado no esta - . Sumado al escándalo de las imágenes de Martín Insaurralde y una economía cada vez peor. La perplejidad de la política Argentina no hace mas que agudizar las posibilidades de Milei presidente.
A pesar de ello, un pueblo enojado es peligroso o auspicioso. Ambas salidas proponen una transformación. El hecho de que Javier Milei hoy tenga amplias chances de ser presidente no es mas ni menos que la culpa de la clase política. Y tendrá que convivir con ello, aunque las posibilidades de gobierno de Milei sean cortas, porque dentro de su marco teórico y la realidad hay un abismo semejante, y podría avecinar un caos institucional nuevo que otra vez tendría a la clase política sin reacción pero con capacidad de reciclarse.
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