ENTRE LA ÉPICA Y LA ESPERANZA
El domingo de 10 de diciembre asume Javier Milei como nuevo presidente de la República Argentina. Sera un momento único en la historia moderna de nuestro país - al menos del nuevo siglo - que nos lleva a repensar nuevas formas de entender la política y la sociedad; factores emocionales, la construcción de una épica y nuevos debates. ¿Es Javier Milei la esperanza negra de una sociedad que agoto sus expectativas en una clase política que ya no tiene nada mas para ofrecer? o ¿Es la sociedad que delega en Milei sus expectativas?
Ezequiel Rojas
Hace algunas semanas dos consultoras midieron las principales sensaciones que dejó el resultado del balotaje del 19 de noviembre y que consagro a Javier Milei como presidente de los argentinos por los próximos cuatro años. La medición, que no especifica espacio geográfico ni definición del universo entrevistado arrojo los siguientes resultados: en cuanto a sensaciones, la esperanza ocupa el 41% , el miedo 19%, horror 17%, alegría 9%, incertidumbre 4%, expectativa 3%. Pareciera que estos estados emocionales son los que hoy abundan en la sociedad Argentina y Javier Milei un producto de ello.
Ahora bien, no se puede restar méritos al triunfo del nuevo presidente, ganó las elecciones dentro del marco democrático y fue elegido por 14.554.560 personas (55.65%); la pregunta es ¿Que hizo Javier Milei para sintetizar todos los estados emocionales que estaban en juego? Por lo pronto , sabemos que la validez de una política se mide por los resultados, pero al mismo tiempo tiene que existir un componente extraordinario que vincule el resultado con un relato y eso es la épica.
La poesía épica nace en la antigüedad de la Grecia clásica con la Iliada de Homero, que narra las peripecias de la guerra de Troya pero también se construyeron épicas durante el imperio Romano, el cristianismo, la revolución francesa, la llegada del capitalismo y la revolución rusa.
En la política Argentina el dueño de la épica siempre fue el peronismo. Perón fue un líder de masas que supo crear una épica en torno a la igualdad y la justicia social, la obra del peronismo fue producto de toda una épica que giraba alrededor de un principio y un final, valores doctrinarios y la realización de una comunidad organizada. La interpretación poética a toda esa obra se la supo dar Leonardo Favio cuando realizo "sinfonía de un sentimiento". También lo expresa Daniel Santoro en sus pinturas. La épica y la política es la misma relación entre historia y poesía. La historia de occidente ha sido una disputa permanente detrás de una épica. Y en las modernas democracias capitalistas a la hora de convocar el apoyo de la gente para una propuesta política se necesita de una épica.
La épica es en esencia una narrativa moral y colectiva. El sujeto cautivado por lo épico se inserta en un proceso de subjetivación donde la continuidad del deseo individual convive con un mayor involucramiento social. Si algo ocurrió en la política argentina en los últimos veinte años fue justamente el debilitamiento de las grandes narrativas. Puede explicarse por diversos motivos, quizá el principal sea por que la política dejo de interpretar lo que sucedía en la sociedad. Y la política no es la mera administración de las tareas de Estado prescindiendo de los aspectos sociológicos que contempla sentimientos, valores y esperanzas de un pueblo, en definitiva, esos sentimientos son los nuevos paradigmas de cada tiempo y lugar.
Hemos dicho en otra oportunidad que Javier Milei fue una emergente de una Argentina en pandemia; como en cualquier lugar del mundo, el covid tuvo sus consecuencias sociales y políticas, ademas de las sanitarias y económicas. También dije en otra ocasión que Javier Milei fue aceptado entre dos segmentos sociales bien definidos, los centennials y los millenials pero a ambos los englobaría en un nuevo sujeto: los pandemials.
Este sujeto que ante el advenimiento de un hecho extraordinario, sumado a la falta de liderazgos políticos y científicos pero también morales colocó a la sociedad a una falta de esperanza. Una especie de resignación - que no significa aceptación - que desembocó en un malestar social con síntomas de agotamiento. Al momento critico, la falta de conducción tanto en lo político como en lo social, recrudeció el sentimiento de bronca ante la clase política. La pérdida de credibilidad es simplemente la consecuencia de las malas gestiones sociales de la pandemia. La desafección política es el precio mas elevado que se pago.
La sociedad ha dejado de creer en las instituciones, en las promesas, en la repetición de figuras y en los tópicos que parecían inmutables, que no carecían de consensos, como la educación y la salud pública, o valores democráticos; a todo eso Milei lo sintetizó de una forma épica, terminar con la casta.
La épica de Milei no fue la dolarización, ni tampoco eliminar el banco central, ni reducir ministerios, todos estos forman parte del cómo, la épica, lo que sintetiza, fue "terminar con la casta". La creación de una nueva esperanza como antídoto ante el nihilismo práctico; algo que pone en acción nuevamente a la sociedad, es decir, un volver a intentarlo, entrever posibilidades, sacar de la pasividad y el riesgo al cinismo. Una épica incapaz de interiorizar cosas que no tienen sentido o mensajes claros, sino que provoca una situación de incredulidad generalizada y al mismo tiempo una anestesia social.
Debemos aceptarlo. Milei ganó por que fue inteligente. Alejado de la rosca convencional, de los protocolos, del saco y corbata, la seguridad y los autos con chóferes, supo interpretar lo que estaba sucediendo en la sociedad. Mientras el presidente Alberto Fernández en pleno confinamiento realizaba una fiesta privada y mientras los líderes políticos se encerraron en una lucha judicial sin cuartel para ver quien era menos corrupto, Javier Milei llamo a terminar con la casta.
Milei asume el domingo y mas allá de como sea su gobierno coloca en el centro de gravedad la posibilidad de rediseñar nuevos debates; la política tiene que primero discutir sus espacios institucionales, como diseñar un nuevo modelo de representación, su financiamiento, sus lógicas de elección interna, es decir, debe transparentarse por completo e iniciar una revolución ética y moral interna. Luego, prepararse para un debate sobre el modelo de país en el marco del siglo XXI. O elegimos el camino de un país deshumanizado, de libre mercado, con un país dualista entre ganadores y perdedores del modelo globalizador que propone llevar adelante Javier Milei o nos abocamos a construir una sociedad integrada al nuevo patrón económico mundial de la tecnológica telemática, capaz de producir técnicos y profesionales en desarrollo de nuevas tecnologías, con comunidades interdependientes capaz de producir lo que consume apuntando al pleno desarrollo humano de sus habitantes. Con una democracia abierta y participativa y donde la economía este al servicio de los seres humanos y no los seres humanos al servicio de economía.
Pero el domingo asume Javier Milei y al mismo tiempo debemos asumir que el pueblo que lo eligió debe transitar el camino de la esperanza, o bien, como dice el dicho italiano "se non provoca dolore non guarisce" que quiere decir "si no provoca dolor no cura".
Próximo articulo: La vuelta de Macondo
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